Tal día como hoy, 3 de Marzo, pero de 1978, el avión DC8-63 de la compañía IBERIA LÍNEAS AÉREAS se aproximaba al aeropuerto de Santiago de Compostela en una maniobra rutinaria tras un vuelo tranquilo procedente de Madrid. Pasaban de las cinco de la tarde cuando el comandante al frente del aparato, el señor Jaime Ordovás, tomaba tierra en la pista de aterrizaje siguiendo las instrucciones de la torre de control con un cielo despejado y sin viento apreciable. Así comenzaba el accidente del Españoleto en el aeropuerto de la capital gallega.
A las 17:25 horas el aparato apuraba sus últimos metros de pista de aterrizaje cuando al terminar la pista, salió fuera precipitándose por un barranco en cuyo fondo quedó inmovilizado y parcialmente destrozada la parte delantera de la aeronave. Viajaban 208 personas procedentes de Madrid, Ginebra y Frankfurt. Numerosos pasajeros habían conectado con este vuelo de Iberia, el 565, en la capital de España después de haber llegado desde los citados aeropuertos europeos. Eran trabajadores gallegos, especialmente marineros, que llegaban a su tierra desde distintos puntos de trabajo.
Entre los pasajeros viajaban en El Españoleto figuraba el por aquel entonces ministro de Cultura, Pío Cabanillas, los diputados gallegos de UCD José Luis Meilán Gil, Antonio Vázquez Guillén y Nona Inés Vilariño, que sufrieron solamente magulladuras, y el ensayista José Luis López Aranguren, que resultó levemente herido. El senador de UCD por Pontevedra, David Pérez Puga, se encontraba en la sala de espera de la terminal compostelana para recibir al ministro de Cultura y fue testigo excepcional del accidente y del salvamento de los pasajeros y la tripulación.
El oficial al frente del tráfico en el aeropuerto de Lavacolla, Francisco Sánchez, declaró que el avión tomaba tierra normalmente, y que el piloto maniobró al final de la pista para evitar estrellarse contra las instalaciones de la emisora y caer por un barranco de mayor profundidad, donde fue a parar finalmente. Por su parte, el jefe del sector aéreo de Galicia y jefe del aeropuerto, Antonio Fernández, informó que una vez caído el avión en el barranco se inició un incendio en la zona de los motores, el cual fue sofocado rápidamente.
Por su parte, el comandante al frente de la aeronave declaró posteriormente que la pista del aeropuerto de Santiago de Compostela no drenaba bien y que el aparato hizo aquaplaning. Su pericia y reflejos evitó una catástrofe de grandes dimensiones en aquel día de 1978 que podría haberse convertido en un día negro si se confirmasen los peores pronósticos como podría ser el fallecimiento de los 208 pasajeros.
Un acontecimiento para la historia del aeropuerto que por fortuna se saldó solamente con algunos heridos graves, leves y magulladuras pero que finalmente se saldó positivamente. Después de 40 años del citado accidente del Españoleto, los pasajeros que viajaban ese día en el aparato lo recuerdan como una experiencia que les provocó en algunos casos pánico a volar pero que con esfuerzo y alguna terapia ya han superado en su mayoría.
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