Siempre que se habla del desembarco de Ryanair en el aeropuerto de Santiago de Compostela se viene a la mente la imagen del excéntrico Michael O´leary bajando las escaleras del avión procedente de Londres Stansted en abril de 2005 e inaugurando la ruta. Pero nada más lejos de la realidad ya que la low cost irlandesa realmente tuvo su primera toma de contacto con el aeropuerto de la capital gallega cuatro años antes de lo que el imaginario colectivo piensa y de una forma poco convencional.
¿Cuándo se estrenó Ryanair en Santiago?
Era el 24 de junio de 2001 cuando el comandante al frente del vuelo FR7035 que cubría la ruta entre la localidad portuguesa de Faro y Dublín solicitaba de manera urgente tomar tierra en Santiago de Compostela. ¿El motivo? una servilleta con una amenaza de bomba a bordo de la aeronave y que activó todos los procedimientos de seguridad de la aerolínea para éstos casos y que obligan a poner el avión en tierra.
Tras la comunicación entre la tripulación y el centro de control y navegación aérea, se procedió a despejar y habilitar un corredor seguro para la aeronave para que llevase a cabo la maniobra de aproximación al aeropuerto compostelano y su posterior aterrizaje. Todo un trabajo que activó también los procedimientos de máxima seguridad de las instalaciones aeroportuarias para atender la amenaza de bomba, garantizar la operatividad de la instalación y proteger al resto de usuarios.
¿Cómo se desarrollaron los hechos?
Pasadas las dos y media de la tarde de aquel veraniego día de San Juan de 2001, el aeropuerto de Santiago de Compostela activaba su protocolo de máxima seguridad tras serle notificada la amenaza de bomba en un aparato que solicitaba aterrizar de emergencia en sus instalaciones. En ese momento, los efectivos de la Policía Nacional y Guardia Civil desplegaban el dispositivo para garantizar la seguridad en todo el recinto.
A las 14:37 horas aterrizaba en la capital gallega el Boeing 737 de la aerolínea Ryanair con 144 pasajeros que volvían a Dublín tras unas vacaciones en Faro. Un pasaje que fue informado de la amenaza de seguridad por parte del comandante a la vez que se procedía al desvío de ruta hacia Santiago.
Una vez que el aparato tomó tierra en Lavacolla, la aeronave fue estacionada en una de las cabeceras de la pista de rodadura – paralela a la pista de aterrizaje -. Una vez estacionada, la Guardia Civil accedió a la aeronave para seguir el protocolo de seguridad y comunicar el desalojo del aparato por parte de todos los pasajeros y tripulación, que fuero desembarcados con urgencia y conducidos al interior de una sala de la terminal de pasajeros habilitada para tal fin acompañados en todo momento por personal sanitario de Cruza Roja por si fuese necesario.
Interrogatorios e inspección minuciosa del aparato.-
Una vez que la aeronave estaba totalmente desalojada y en las inmediaciones no quedaba nadie más que los cuerpos y fuerzas de seguridad del estado, se procedió a una inspección minuciosa del aparato tanto por parte de la Policía Nacional, la Guardia Civil y un grupo especializado de detección de explosivos que inspeccionaron todo el fuselaje del aparato – interna y externamente -, la bodega del avión así como uno por uno el equipaje de los pasajeros con perros adiestrados para éstos casos.
Por su parte en el interior de la terminal de pasajeros, cuando pasaban las seis de la tarde comenzó un proceso de interrogatorio a todos y cada uno de los que viajaban en el interior del aparato – tripulación incluida -. Un proceso lento que duraría casi tres horas y durante el cual los pasajeros debían responder las preguntas de la Policía Nacional.
Falsa alarma y despegue.-
Una vez comprobado que el aparato no contenía ni había contenido ningún explosivo en su interior ni ninguno de los equipajes que viajaban a bordo, las autoridades competentes comunicaron a Ryanair que se trataba de una falsa amenaza de bomba. Todo ello después de que un niño que viajaba a bordo con sus padres reconociese haber escrito la servilleta que desencadenó los hechos.
Pasadas las nueve de la noche comenzaría el embarque, de nuevo, de todo el pasaje para poner fin a la tarde más agónica que vivió el aeropuerto compostelano. Los casi 150 pasajeros volvieron a embarcar en la aeronave de Ryanair para poner rumbo a Dublín y despegar a las nueve y media de la noche poniendo fin a un periplo en su vuelta a casa.
desconocía lo ocurrido pero madre mía!! a ese niño imagino no le han quedado ganas de hacer más bromas en su vida jajaja seguro que la multa que tuvieron que pagar los padres fue bonita bonita!